El municipio de Ripoll , capital de comarca del Ripollès, ocupa las orillas de la aiguabarreig de los ríos Ter y Freser . El término es muy montañoso, con altitudes que llegan a los 1.137 metros a Puigbò, 1.106 metros al monte del Catllar, 1.011 metros al monte Duran o a los 1.057 metros del cerro de Santo Bartomeu.
Los primeros testigos de presencia humana en Ripoll datan de la edad del bronce (1500- 600 aC), con un pequeño núcleo humano de población que vivía cerca de los ríos Ter y Freser y a las montañas que dan personalidad a este lugar, como lo evidencia algún dolmen como el de Bache de Mujeres Muertas o de Pardinella.
Ripoll por su situación estratégica de cruce de caminos, y por su prematura actividad industrial y empresarial, ha sido siempre y a lo largo de la historia una villa receptiva de personas procedentes otras comarcas y otras culturas. Una diversidad de influencias culturales que configuran la base de la riqueza humana, social y asociativa de la villa.
La villa tiene unos orígenes estrechamente vinculados con el Conde Guifréel Pelós , quién según una leyenda creó la señera, y el monasterio benedictí de Santa Maria, con un importante pes en la historia de Cataluña, por su poder político, religioso, económico y cultural.
Pero la personalidad ripollesa se ha forjado también con el trabajo del hierro, la fabricación d'armas de fuego, de tanto prestigio en todo el mundo. Y es que el municipio destacó por la manufactura del hierro y de las armas de fuego. En el siglo XVI ha documentada una importante industria armera centrada en la producción de pedrenyals, armas cortas con cerraduras de rueda o percusión. A principios del siglo XVII la expansión de fraguas en el entorno pirenaico aceleró la producción ripollesa. En este sentido, a la villa se fabricó especialmente la Cerradura de Miquelet, que supuso una auténtica evolución técnica en la automatización del disparo.
Ripoll ha sido un pueblo industrial, pero destaca también por su patrimonio y diversidad cultural. En Ripoll se encuentra uno de los monumentos más importantes de Cataluña, no sólo por su arquitectura sino también por su significación historia, es el Monasterio de Santa Maria.
A la vez uno de los mejores escritores catalanes de todos los tiempos, Padre Jacinto Verdaguer en la obra Canigó, hace una magnífica descripción de la portalada del monasterio en el fragmento del canto undécimo. Pero, además, el municipio dispone de edificios modernistas y de interés arquitectónico, que fueron edificados en un momento de progreso e industrialización originado en los alrededores de los ríos Ter y Freser.