Seguramente a todos vosotros os han explicado la leyenda de Sant Jordi de mil maneras distintas. Hay la más conocida, la que recoje Joan Amades, pero hay diferentes versiones de esta leyenda tan nuestra en Catalunya.
Y para explicarla a los más pequeños de casa, reproducimos la versión de la Leyenda de Sant Jordi publicada a la revista Cavall Fort número 833/834, de abril del 1997.
"Centurias y más centurias atrás se presentó en las tierras catalanas, a las puertas de la villa de Montblanc, un dragón espaordidor, que se podía mover en los tres elementos, porque volaba, nadaba y andaba.
El dragón, con su aliento fètid y venenoso, mataba y tragaba los rebaños y amenazaba la villa. Los caballeros más valientes intentaron darle muerto, pero el dragón los vencía con facilidad.
Ante el terror que el dragón imponía a la villa y en toda la comarca, el rey convocó todo el pueblo y acordaron dar a la bestia un par de bienes cada día, cosa que calmó el dragón y dejó tranquilos los montblanquins. Acabados los corderos, le dieron bueyes y caballos, y cuándo ya no disponían de ningún animal, decidieron que, por sorteo entre los habitantes de la villa, cada día le librarían una persona. La hija del rey era la encargada de hacer el sorteo. En medio de la plaza, cercada de todo el pueblo, la mano inocente de la princesa extrajo el nombre del primero montblanquí destinado al sacrificio. Era el suyo! Todo el mundo estalló en llantos, pero la princesa salió a cumplir su suerte. Se despidió de sus padres, de la gente de la corte y del pueblo, y se fue hacia el bosque, a la madriguera del dragón.
El bosque era bello y flairós, pero la doncella no hacía otra cosa que encomendarse a Dios, teniendo por muy llegada su hora. Pero de repente, se va sobtar de ver ante suyo un joven caballero, armado de pies a cabeza y cabalgando en un caballo blanco cómo una tofa de nieve.
La princesa rogó al caballero que no se expusiera por ella a una muerte segura. Él le dijo que se decía Jordi y que vendía otras tierras para salvarla.
En aquel punto se presentó el dragón. La lucha fue larga. La bestia bramulava, sacaba fuego por los ojos, levantaba nuvolades de polvo esbategant las alas, pero el caballero al fin lo hirió bajo el ala izquierda, al lugar donde tenía el coro.
Entonces el caballero pidió a la princesa su ceñidor. Lo cogió y con aquella cinta va fermar el dragón por el cuello y dijo a la princesa:
–Tomad este vínculo, el dragón está vencido y os seguirá cómo un cordero.
En medio de la plaza de Montblanc los esperaba todo el pueblo. Con otro golpe de lanza, santo Jordi remató el dragón, que al morir se fundió en tierra. Y ante los ojos admirados de todo el mundo, allí donde el dragón se había fuera, nació al acto un rosal de rosas rojas cómo la sangre. Sant Jordi recogió la más bonita y la ofreció a la princesa. Y entre los gritos de joya de todo el pueblo de Montblanc salió por la puerta de la muralla, que encara hoy es conocida por el nombre de portal de santo Jordi."