Otra visión de La Patum
El Convento de Sant Francesc de Berga acoge una exposición inédita de la comparseria patumaire
Hace pocos días que el Ayuntamiento de Berga ha hecho oficial que este año tampoco habrá Patum y es que, por segundo año consecutivo, la celebración de la fiesta berguedana por antonomasia se ve afectada debido a la COVID-19 y los patumaires ven de nuevo rasgada su irrefrenable fal·lera de celebrar el Corpus en la berguedana.
Pero no todo son malas noticias, no. A pesar de que ya tengamos claro que este 2021 tampoco podremos saltar por las calles más estrechadas de la ciudad ni apretujarnos a la plaza de Sant Pere con muchísima gente bailando a coro del sonido de las notas entonadas por la Copla Ciutat de Berga o la Copla Pirineu, sí que tendremos la oportunidad de ver las comparsas de La Patum de Berga cómo no las hemos visto nunca antes: una exposición con todos los eres y uts: 140 piezas, tres audiovisuales, una decena de textos y muchas sorpresas más.
Los Enanos Viejos, iguales però a la hora muy diferentes. FOTO: Anna E. Puig
Desde el verano pasado, las comparsas de La Patum se han instalado en el antiguo Convento de Sant Francesc. Un inmenso espacio situado al casco antiguo de la capital del Berguedà que, con la marcha del último fraile que lo ocupaba, la orden franciscana cedió en el Ayuntamiento de Berga a finales del 2016. Desde entonces, ha acontecido un equipamiento imprescindible para acoger iniciativas culturales, como la exposición antológica de la obra del recientemente desaparecido pintor berguedano, Joan Ferrer.
Acceder en las salas que rodean el claustro del Convento de Sant Francesc es abrir la puerta a los profundos sentimientos que La Patum de Berga despierta a todo el mundo, pequeños y grandes, a los berguedanos de raíz, pero también a todos aquellos forasteros que se han hecho suya la celebración, una fiesta que fue declarada Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2005.
El exposició se puede ver al antiguo Convento de Santo francesc
Nos dan la bienvenida un ple vestido con una carota de las que ya no se usan en plaza y un extenso friso cronológico que nos transporta desde el año 1262, cuando el Papa Urbano IV instituyó la celebración del Corpus Christi, hasta nuestros días. Un viaje por el nacimiento y transformación de la celebración del Corpus en Berga, puesto que La Patum, de origen medieval, es una fiesta viva, en constante evolución.
Acabado el friso, nos recibe la Guita Xica que, traviesa y juguetona, nos mujer en un enorme espacio donde hay expuestas, desde la primera hasta la última y por orden de aparición, del Tabal hasta los Plens, todos y cada uno de los entremeses patumaires.
La corona de la Àliga, restaurada el 2015 por el joyero berguedà Josep Rovira. FOTO: Anna E. Puig
Para transitar por este espacio hace falta la calma necesaria para empaparse de la esencia patumaire, la pausa suficiente para sacarse el vientre de pena y echar la enyor de aquellos que cada año son a pie de plaza y mucha atención para no perderse ni un solo detalle. Os habíais fijado nunca que la Geganta Vella trae una sortija con el escudo de Berga o que la Geganta Nova luce un con la imagen de la Virgen María de Queralt? Que los Nans Vells son iguales, pero a la vez muy diferentes entre ellos o que los Caballetes tienen pelo natural a sus colas? Y qué caras de demonio más curiosas tienen pintadas las Maces, oi?
Una manera diferentes de disfrutar de La Patum. FOTO: Anna E. Puig
Con esta muestra, impulsada por el área de Patrimonio Cultural y Museos del Ayuntamiento de Berga, con la colaboración del Patronato de la Patum y creada por los diseñadores Salvador Viñas y Sílvia Massana, se pueden palpar todos los detalles que hasta ahora nos habían pasado inadvertidos. Visitar la Exposición de la Patum al Convento de Sant Francesc es experimentar todo aquello que nos transmiten las comparsas de La Patum a tocar, es conocer la historia de piezas centenarias que han desafiado el paso del tiempo y que han hecho disfrutar generaciones y generaciones de patumaires, es percibir los colores y las texturas, los materiales y la riqueza de unas piezas únicas al mundo.
Los elementos de la fiesta se pueden ver en esta exposició. FOTO: Anna E. Puig
Y cuando hayamos dado la vuelta entera al claustro, después de deslumbrarnos con la corona del águila , de reseguir el infinito cuello de la Guita Grossa, de habernos embobado por la mirada eterna de los Gigantes, de no habernos podido estar de mover las piernas al ritmo de un salto de Plens y de un Tirabol, los Nans Nous nos espiarán por la puerta de salida, porque saben que, apenas despedirnos de la exposición, ya la querremos volver a ver.
Una visita imprescindible por todos quienes estiman La Patum, el folclore y la cultura popular catalana.